Fotografía (c) Andreee0/www.flickr.com
Son mis primeras semanas de clase y noto que sólo diez de mis 40 alumnos sigue atentamente el curso de mis palabras e indicaciones y responde con acierto a mis preguntas. Luego, siento que debo tomar una de dos decisiones: me concentro en el grupo de los más interesados y no pierdo el tiempo con el resto, o reflexiono críticamente sobre mi forma de enseñar, dado que sólo estoy enganchando a una minoría. Muchos maestros toman la primera opción y no modifican un ápice sus planes y rutinas de enseñanza, en la certeza que a los desinteresados les irá mal de todos modos. Algo que, por lo general, en verdad ocurre.
Se han acumulado numerosos estudios que demuestran el significativo poder del prejuicio y la discriminación en el rendimiento de los estudiantes. Es decir, su enorme poder desalentador y destructor de la confianza en sí mismo. Pero hay uno muy importante publicado por UNESCO en enero de este año, que vale la pena recordar a propósito del inicio del año escolar. Me refiero a los resultados del último estudio sobre factores asociados al aprendizaje de 200 mil estudiantes de tercero y sexto grado de primaria, efectuado en 16 países de América Latina y el Caribe, incluido el Perú.
Una de las conclusiones más importantes de esta ambiciosa investigación es que, a pesar de la influencia indiscutible de las desigualdades sociales, lo que ocurre al interior de los muros de las escuelas juega un papel gravitante en el aprendizaje de los estudiantes. Es decir, las experiencias educativas vividas allí adentro, asociadas al clima escolar en primer lugar, se revelaron como el factor de mayor peso en el rendimiento, después del contexto social y cultural. En términos más precisos, el estudio encontró que un buen clima escolar permite anticipar un buen rendimiento académico en la mayoría de casos.
Ahora bien ¿De qué estamos hablando cuando decimos clima escolar? Para el estudio de UNESCO, es el grado en que los niños y adolescentes se sienten acogidos en su escuela y en su salón de clases. El estudio ha indagado, por ejemplo, cómo se sienten en su centro educativo y con sus compañeros de aula, cómo se llevan con sus docentes y si sufren allí experiencias de violencia. Lo que sus hallazgos nos permiten concluir es que se aprende más en las escuelas donde los estudiantes se sienten incluidos y aceptados, recibiendo respeto y cordialidad de parte de sus maestros. Y al revés, allí donde los estudiantes se sientes excluidos, ajenos, subestimados y tratados con poco respeto, se aprende menos.
Está igualmente investigado y demostrado desde hace décadas cómo muchos centros educativos logran mejores rendimientos escogiendo a los estudiantes que consideran más aptos y separando a los menos hábiles. Para segregar a los segundos, como es bastante conocido, sólo tienen que identificarlos a través de una prueba de selección y negarles la matrícula, desterrarlos a secciones de menor jerarquía, o en su defecto enviarlos a la parte de atrás del aula, despreocupándose de ellos. Luego, el rendimiento promedio sube.
Sensiblemente y a pesar de la contundencia de las evidencias, la calidad del clima escolar y del trato entre maestro y alumnos no ha sido nunca objeto de reflexión crítica o de propuestas pedagógicas, ni en los programas de formación docente ni en aquellos dirigidos a mejorar los aprendizajes. Valdría la pena iniciar el 2010 emprendiendo un radical cambio climático en el la sala de clases.
Luis Guerrero Ortiz
Publicado en el Blog El río de Parménides
Difundido por la Coordinadora Nacional de Radio (CNR)
Lima, viernes 12 de marzo de 2010
Son mis primeras semanas de clase y noto que sólo diez de mis 40 alumnos sigue atentamente el curso de mis palabras e indicaciones y responde con acierto a mis preguntas. Luego, siento que debo tomar una de dos decisiones: me concentro en el grupo de los más interesados y no pierdo el tiempo con el resto, o reflexiono críticamente sobre mi forma de enseñar, dado que sólo estoy enganchando a una minoría. Muchos maestros toman la primera opción y no modifican un ápice sus planes y rutinas de enseñanza, en la certeza que a los desinteresados les irá mal de todos modos. Algo que, por lo general, en verdad ocurre.
Se han acumulado numerosos estudios que demuestran el significativo poder del prejuicio y la discriminación en el rendimiento de los estudiantes. Es decir, su enorme poder desalentador y destructor de la confianza en sí mismo. Pero hay uno muy importante publicado por UNESCO en enero de este año, que vale la pena recordar a propósito del inicio del año escolar. Me refiero a los resultados del último estudio sobre factores asociados al aprendizaje de 200 mil estudiantes de tercero y sexto grado de primaria, efectuado en 16 países de América Latina y el Caribe, incluido el Perú.
Una de las conclusiones más importantes de esta ambiciosa investigación es que, a pesar de la influencia indiscutible de las desigualdades sociales, lo que ocurre al interior de los muros de las escuelas juega un papel gravitante en el aprendizaje de los estudiantes. Es decir, las experiencias educativas vividas allí adentro, asociadas al clima escolar en primer lugar, se revelaron como el factor de mayor peso en el rendimiento, después del contexto social y cultural. En términos más precisos, el estudio encontró que un buen clima escolar permite anticipar un buen rendimiento académico en la mayoría de casos.
Ahora bien ¿De qué estamos hablando cuando decimos clima escolar? Para el estudio de UNESCO, es el grado en que los niños y adolescentes se sienten acogidos en su escuela y en su salón de clases. El estudio ha indagado, por ejemplo, cómo se sienten en su centro educativo y con sus compañeros de aula, cómo se llevan con sus docentes y si sufren allí experiencias de violencia. Lo que sus hallazgos nos permiten concluir es que se aprende más en las escuelas donde los estudiantes se sienten incluidos y aceptados, recibiendo respeto y cordialidad de parte de sus maestros. Y al revés, allí donde los estudiantes se sientes excluidos, ajenos, subestimados y tratados con poco respeto, se aprende menos.
Está igualmente investigado y demostrado desde hace décadas cómo muchos centros educativos logran mejores rendimientos escogiendo a los estudiantes que consideran más aptos y separando a los menos hábiles. Para segregar a los segundos, como es bastante conocido, sólo tienen que identificarlos a través de una prueba de selección y negarles la matrícula, desterrarlos a secciones de menor jerarquía, o en su defecto enviarlos a la parte de atrás del aula, despreocupándose de ellos. Luego, el rendimiento promedio sube.
Sensiblemente y a pesar de la contundencia de las evidencias, la calidad del clima escolar y del trato entre maestro y alumnos no ha sido nunca objeto de reflexión crítica o de propuestas pedagógicas, ni en los programas de formación docente ni en aquellos dirigidos a mejorar los aprendizajes. Valdría la pena iniciar el 2010 emprendiendo un radical cambio climático en el la sala de clases.
Luis Guerrero Ortiz
Publicado en el Blog El río de Parménides
Difundido por la Coordinadora Nacional de Radio (CNR)
Lima, viernes 12 de marzo de 2010
7 comentarios:
ME PODRIA INFORMAR DONDE PUEDO CONSEGUIR EL ARTICULO Q UD HACE ALUSION EN ESTE ARTICULO ESCRITO DE LA UNESCO
Podria brindarme alguna direccion para leer el articulo de la UNESCO q fue publicado en enero de este año. Me refiero a los resultados del último estudio sobre factores asociados al aprendizaje de 200 mil estudiantes de tercero y sexto grado de primaria, efectuado en 16 países de América Latina y el Caribe, incluido el Perú.
Estimada Maribel, puedes hacer click con mouse en la palabra "factores asociados", en el segundo párrafo, y te remitirá al documento completo.
El clima afectivo en el aula es de vital importancia, es el resultado de las habilidades que tenga el maestro, la atención que ponga el alumno y espíritu que tengan los padres en relación con los maestros y la educación de sus hijos.
Si el maestro tiene vocación el clima esta garantizado por su parte, si los alumnos son motivados por sus padres, en el respeto a sus maestros y en el valor de la educación que reciben, entonces el éxito es seguro, porque significa que los padres han sembrado respeto e interés por aprender en sus hijos, ya en el desarrollo de las clases, surgirá en esos corazones, el amor a Dios, a la ciencia, a la técnica, haciendo que sus mentes produzcan conocimientos y se alcanzarán todos los objetivos acorde con las posibilidades de cada alumno. El clima en el aula es el resultado de la intervención de todos los factores educativos.
Buenas noches Profesor Luis Guerrero, previo mi saludo le comunico que por decisiones de la propietaria de Estacion Wari, mi hora de los domingos a sido ofrecido a una ONG (CEDAP), quienes compraron el espacio tanto en FM y AM.
Profesor Luis, prima en el equipo de Experiencias Pedagógicas, nuestra identificación y vocación de intentar ser buenos profesores, lo cual es reconocido y estimulado moralmente por muchos de nuestros colegas, razón por la cual continuaremos con la difusión de temas educativos, en otra emisora local: RADIO SANTA ANA, emisora con programaciones eminetemente cristiana. Nuestro nuevo horario será los domingos de 7.am a 9.00 a.m.
Profesor, le pedimos que coninúe su aceptación a fin de hacer difusión de sus articulos en audio, los cuales ya son de aceptacion del Magisterio ayacuchano o si es conveniente, podemos hacer enlace vía teléfono desde su domicilio, para lo cual existen colegas que nos apoyan con un granito de arena, a fin de comprar una tarjeta telefónica.
Este domingo, nos centraremos en el tema “LOS ESPACIOS DE SINCERAMIENTO E INTERAPRENDIZAJE DOCENTE Y SU IMPLICANCIA EN EL BIENESTAR DEL CLIMA INSTITUCIONAL EN LAS II.EE”
Atentamente,
Edgar JAYO MEDINA
Director del Programa "Experiencias Pedagógicas"
Estimada Azucena, tu comprensión del clima escolar como resultado de factores externos a la acción del maestro (muchachos respetuosos y motivados por sus padres, familias concientes y responsables, etc), no es la que UNESCO tiene ni la que empleó en la investigación que comento en el artículo. Allí se asume que el clima escolar es positivo cuando los alumnos se sientes acogidos por sus maestros, cuando no se ejerce ninguna forma de violencia contra ellos, cuando son respetados por sus profesores y existe un ambiente de confianza y cordialidad en la relación con sus compañeros, algo que nunca surge solo sino cuando el maestro sabe aplicar con paciencia e imaginación una pedagogía de la convivencia. Personalmente, me identifico con el enfoque de UNESCO, pues quiere decir que cualquier maestro puede construir un clima escolar positivo en su aula y que esto no depende del azar, es decir, de que el docente tenga la suerte de encontrarse con chicos respetuosos y adaptados, criados por familias concientes. Lo que la experiencia enseña es que aún si ese no fuera el caso, construir un clima escolar acogedor y estimulante siempre será posible si el profesor está convencido de que él si puede construir realidades con sus propias manos.
Muchas gracias por escribir
Edgar, te felicito por el cambio. Si estas reflexiones te son útiles, úsalas en tu programa con toda libertad, más bien te estoy agradecido por difundirlas. Veo difícil por ahora comunicarnos por teléfono a esa hora, pero te agradezco tu gentil invitación, esperemos una mejor oportunidad.
Un gran abrazo y que sigas progresando profesionalmente
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