domingo, 6 de mayo de 2012

La lectura en su laberinto II



La segunda es que la lectura como necesidad y el entendimiento pleno de su contenido brota de manera natural cuando se trata de textos producidos por uno mismo. En la época de los escribas, los textos que debían redactarse o leerse siempre eran ajenos, eran textos oficiales proporcionados por la autoridad y quienes dominaban la técnica de reproducirlos de manera gráfica u oral no tenían permiso para producirlos por sí mismos. A cinco mil años del surgimiento de la escritura ideográfica de los sumerios, en la antigua Mesopotamia, estamos en las mismas. Producir textos de manera libre y creativa no forma parte del proceso de aprendizaje, siendo que los niños están destinados a aprender a leer sólo a través de textos oficiales, reforzando la noción de que los objetos escritos son algo divino que no pueden salir así no más de la cabeza ni de las manos de seres inferiores. 

Mario Vargas Llosa dijo en el discurso que pronunció al recibir el Premio Nobel de Literatura 2011, que tuvo la suerte cuando niño de tener al lado personas que lo querían, lo alentaban y le contagiaban su fe en su capacidad de escribir, gracias a las cuales pudo dedicar buena parte de su tiempo «a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte en un espectáculo pasajero». Confesó también que sus primeros escritos «fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final». 

Así, lectura y escritura necesitan constituir piezas de un mismo circuito de aprendizaje, teñidos de disfrute y de libertad creativa. Quien descubre la fascinación de escribir y produce escritos, se motiva y refuerza en su necesidad de leer. Lamentablemente, ese no es el circuito que predomina en las escuelas sino más bien –y esto es inocultable- la lógica de los antiguos abecedarios, silabarios, bestiarios o catones que circulaban en el siglo XIV. ¿Este dato será importante? ¿Tendríamos que hacer algo al respecto? ¿O seguimos aislando la lectura como un aprendizaje independiente, donde la modernidad de la pedagogía que conduce a la comprensión puede convivir sin problemas con el anacronismo de la que conduce a la escritura? 

Los poderosos prejuicios 

En tercer lugar, como está demostrado hasta el cansancio, la subestimación de los niños en las escuelas no sólo es un hecho macizo e indisimulable sino estructural. Las escuelas, tal como las conocemos en occidente, nacen históricamente en base a una comprensión de la niñez como una etapa de la vida inocente y buena, pero necesitada de cuidado y educación debido a su fragilidad y su falta de razón. Esta imagen de pureza, vulnerabilidad e incompetencia ha calado profundamente en el mundo escolar hasta nuestros días, a contra corriente de todas las evidencias aportadas a favor de las capacidades infantiles por un siglo de investigaciones. Es la imagen que justifica una pedagogía que subordina a los niños a las órdenes e indicaciones de los adultos y no les reconoce posibilidades de crear un texto desde sí mismo ni de producir una interpretación válida distinta de la de su maestro.

Emilia Ferreiro, que ha constatado esta subestimación en todas las latitudes hasta límites exasperantes, afirmaba que una de sus principales tareas como investigadora ha sido demostrar que los niños piensan: «No podemos reducir el niño a un par de ojos que ven, un par de oídos que escuchan, un aparato fonatorio que emite sonidos y una mano que aprieta con torpeza un lápiz sobre una hoja de papel. Detrás (o más allá) de los ojos, los oídos, el aparato fonatorio y la mano hay un sujeto que piensa y trata de incorporar a sus propios saberes este maravilloso medio de representar y recrear la lengua que es la escritura, todas las escrituras».

Ahora bien, si el solo hecho de ser niño presupone incompetencia, desestimando la autonomía como principio pedagógico ¿Imaginan cuánto más desciende en la escala de valoración de la escuela un niño que, además, es pobre, provienen de una familia con dificultades, tiene una lengua materna distinta al castellano o posee alguna discapacidad? Como sabemos, está demostrado desde hace mucho cómo la subestimación influye en las capacidades de las personas, pues las inducen a asumir y actuar las limitaciones que les adjudican de manera reiterada. Coincidentemente, uno de los ingredientes que se encuentran en las escuelas pobres donde sus estudiantes sí aprenden es el de las elevadas expectativas depositadas en ellos por sus maestros. 

Por supuesto, esto tampoco es novedad. Por décadas se han acumulado las investigaciones que demuestran que las escuelas en sectores de pobreza pueden obtener buenos resultados si reúnen determinadas características. 

Un estudio efectuado por Cristián Belleï, Gonzalo Muñoz, Luz Maria Pérez y Dagmar Raczynski, promovido por UNICEF-Chile el año 2003, propuso cinco. Una de ellas, que directores y profesores crean sinceramente en las posibilidades de aprender de sus alumnos, más allá de su situación social y económica, motivándolos continuamente, en un clima de comunicación interna basado en la confianza, donde los conflictos se reconocen y solucionan con respeto. Otra, que las clases sean estimulantes, relacionadas con la vida cotidiana de los alumnos, que les ofrezcan retroalimentación constante, se atiendan las diferencias existentes en el aula y se fomente la creatividad. 

Por si fuera poco, el estudio sobre Factores asociados al logro cognitivo de los estudiantes de América Latina y el Caribe, efectuado el 2010 por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, de la UNESCO, afirma que «los procesos educativos al interior de las escuelas son el ámbito de mayor peso para promover los aprendizajes, después del contexto sociocultural» y que «dentro de los procesos educativos destaca el clima escolar por su consistencia en predecir el rendimiento académico, pues aparece significativo en 70% de los modelos multinivel para los países». Complementariamente, el estudio sostiene que «la percepción individual del clima por parte de los estudiantes es significativa en 95% de los modelos». 

Todo parece indicar, entonces, que sentirse bien y a gusto en las escuelas, acogido y aceptado, escuchado, estimulado y respetado, es una condición importante para aprender con éxito ¿Este dato será importante? ¿Tendríamos que hacer algo al respecto? 

Saliendo del laberinto

Podemos afrontar el problema de los bajos índices en comprensión lectora en la primaria aislando la variable metodológica e insistiendo en mostrarles a los docentes los cuatro o cinco pasos que conducirían al entendimiento de los textos. Sería más simple, más rápido y hasta más económico. Existe, en efecto, a nivel internacional una corriente muy influyente que, desde una racionalidad fundamentalmente instrumental, apuesta con firmeza a la estandarización de medios y procedimientos que hayan probado cierta efectividad en determinados contextos, y que faciliten por tanto su control periódico mediante evaluaciones externas. 

Pero, pasando por alto la discusión sobre la pertinencia de los métodos únicos en la pedagogía moderna, aún y sobre todo dentro del paradigma constructivista, me pregunto ¿Podríamos agregarle a ese tipo de oferta otras intervenciones dirigidas a integrar al circuito alfabetizador la promoción de la escritura creativa, la elevación de las expectativas docentes en las capacidades de los niños y la promoción de lectura en la comunidad? ¿Cuánto ganaríamos si, además, trabajamos para reenfocar la gestión de la escuela hacia el aula y los aprendizajes como su principal razón de ser? 

El rey de Arabia, atrapado en el laberinto de su colega babilónico, pudo haberse dicho a sí mismo: voy a simplificarme las cosas entrando por la puerta más ancha y más próxima que encuentre. Hubiese sido una decisión legítima por cierto, sólo que hasta ahora seguiría perdido. En vez de hacer eso, invocó a Alá, quien con todo su gran poder lo condujo a la salida. Nosotros no podemos hacer ni lo uno ni lo otro, como tampoco podemos quedarnos parados en medio del desierto, paralizados en el desconcierto. Por lo tanto, no nos queda más remedio que abrir bien los ojos y pensar. Pensar, para poder mirar lejos, más allá de nuestros dilemas cotidianos, y para darle a la acción el sentido y la eficacia que acciones de control público tan poderosas como las evaluaciones censales no están en capacidad de aportarle a la práctica docente por sí mismas. 

La gloria sea con aquel que no muere. Con esa frase termina Borges su cuento. Y en verdad, la gloria sea con aquellas medidas de política que no mueren al cabo de un tiempo y que, situándose con audacia en la complejidad de los retos a los que necesita responder en cada contexto, sean capaces de sostener su impacto en las capacidades lectoras, escritoras y creativas de los niños al más largo plazo.


Luis Guerrero Ortiz
Publicado en el Blog El río de Parménides
Lima, 06 de mayo de 2012

1 comentario:

ALVINO dijo...

Hola Luís, efectivamente es procupante el laberinto en el que se encuentra la lectura y su comprensión como una parte de la capacidad comunicativa de nuestros niños.Pa ra salir de este laberinto bien dices "Por lo tanto, no nos queda más remedio que abrir bien los ojos y pensar. Pensar, para poder mirar lejos, más allá de nuestros dilemas cotidianos", pero también has reconocido la paradoja que el laberinto mencionado es incluyente a los adultos aun sean profesionales, aun en niveles insospechados como los que están a cargo de los niveles de posgrado. Entonces no es exclusivo de nuestros niños las limitaciones en comprensión. Pero yo me aferro por el momento, hasta que las evidencias digan lo contrario, de las principales conclusiones del informe McKinsey: la capacidad profesional del docente fija los límites de la calidad educativa de los estudiantes.Eso no quiere decir no tomar en cuenta los otros factores asociados, pero el estudio realizado es contundente sobre el papel de los docentes. Bien, ahora de lo que se trata es de salir del laberinto, entonces te darás cuenta que existen tantas ideas como docentes,teóricos, analistas, líderes de poinión, etc hay. Cada uno dirá su opinión de acuerdo a su propia visión, tu visión es interesante pero no deja de ser teórico, que si bien es cierto tiene una estructura muy lógica, pero, no deja de ser teórica, pueden tener una utilidad como marco o referencia para políticas educativas en general, pero en la problemática educativa paeruana, ese o esos aspectos han demostrado no ser suficientes y siempre tendrán limitaciones y se podría aterrizar en ideas mucho más específicas. Podríamos empezar a ser, formar, construir corrientes de opinión que reclamen con energía la pobre formación en la universidades, ninguna de las que existen en nuestro medio es ajena a su poca o muy contribución a superar los pobres desempeños de nuestros estudiantes, y seguirán en ese estatus; por nostalgia visité a mi ex alma mater (hace un mes)y tuve ocasión y curiosidad por saber cómo piensan los jóvenes y futuro maestros, traté de que la conversación sea lo más "espontanea" posible para percibir sus ideas, , por ejemplo de PISA solo sabían el rankin de Perú y Finlandia, no les causaba más preocupación e interés que a cualquier ciudadano común y corriente. Igualmente les pregunté sobre los resultados en la ECE 2011 de su colegio de Aplicación, no sabían nada, pregunté si la facultad había organizado algún evento para motivar un diálogo al respecto, tampoco hubo nada. Mucho me temo que sus propios catedráticos están en las mismas condiciones, con algunas excepciones por supuesto. Pero en las universidades es donde debería empezar con los verdadros cambios de docentes con formación adecuada para los tiempos modernos de nuestra sociedad del conocimiento y la información y no sumar año tras año a los 280 mil docentes que ya etamos en el sistema y cuyos cambios en la práctica y desempeños docentes serán más difíciles.
Cada Ugel tiene los resultados específicos de las I.E. sobre la ECE, se puede identificar a los docentes cuyos alumnos hayan tenido los mayores resultados en su jurisdicción, ¡ellos deberían ser los primeros llamados para desarrollar el acompañamiento en el PELA (que hasta el momento no ha dado resultados positivos que se diferencien de los que no tienen PELA)y no los colegas contratados que para el caso específico no han mostrado o no tienen ningún resultado y solo cumplirán con la formalidad de una directiva. Por otra parte Pedro Ravela hace una execelente propuesta en su artículo ¿Qué hacer con los Resultados PISA en América Latina?, etc.etc.Se puede ir detallando muchas medidas, que si bien es cierto serán como escaramusas en una guerra pero poco a poco prepararán las condiciones para una futura empresa mucho mayor en todos los frentes... Entonces y solo entonces será más fácil salir de éste y otros laberintos.
Saludos respetuosos.